La barriada que nació para tapar las vergüenzas de Barcelona. Inmigración en Montjuïc.
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Casas Baratas-Grupo Eduardo Aunós 1929. Primera Parte.
Son tantas las páginas y artículos que se han escrito referente a los inmigrantes que llegaron a Barcelona durante los años que se tardó en realizar las obras de urbanismo de la ciudad y de la Exposición Internacional de 1929, que cuesta hilvanar tanta información para analizar y contrastar en un solo artículo, sobre la excepcional aventura que conllevaba llevar a cabo un proyecto de carácter internacional que transformaría la ciudad condal y en particular la montaña de Montjuïc, donde se llevarían a cabo todas las infraestructuras de los tres sectores donde estarían representados; la industria, el deporte y el arte, para que fueran admiradas por el resto del mundo. Tal y como ocurrió en 1888 con la Exposición Universal, la Exposición de 1929, supuso un gran impacto para la ciudad de Barcelona, convirtiéndose en el motor de la modernización y al mismo tiempo, en una herramienta propagandística con la que se intentaba difundir una nueva imagen de progreso a nivel urbanístico, no solo en la zona de Montjuïc que es la que trataremos en este artículo, ya que por toda la ciudad se realizaron importantes obras de mejora y acondicionamiento, lo que originó una bolsa o demanda obrera que hizo fluir en Barcelona grandes masas importantes de inmigrantes de todos los rincones de España. Todo estaba pensado y estudiado hasta el impulso económico y social que representaría una obra de tal calado y con dimensiones internacionales.
Sin embargo, quiero pensar, que sin pretenderlo o quizás a sabiendas, que no se llegara a prevenir por parte de las autoridades la repercusión que generaría el recibimiento de tantos inmigrantes, los cuales sin una adecuada vivienda, inexistente a sus necesidades, y las que habían, económicamente desorbitadas para su «status»-posición social-. Llegaban pues, a trabajar con una mano delante y la otra detrás, teniendo que alojarse desde 1870 en lugares marginales y como no, en la montaña de Montjuïc, con barracas y chabolas donde se carecía de intimidad, agua, luz y todas las penurias que podamos imaginar, entre ellas la pobreza, la miseria y la enfermedad de los «ojos malos» el tracoma, que muchos almerienses traían como consecuencia de haber trabajado y estado en contacto con el esparto. Los niños sin escolarizar iban y venían todo el día en la calle.
«Barcelona. Es su capital y ciudad, constituida entre los ríos Llobregat y Besos, en la margen del Mediterráneo, a lo último de una agradable playa dicha antiguamente el Rubricatus,…..Goza de campos amenos, donde hay muchos jardines, huertas y alquerías, de comercio floreciente, fábrica de seda, lana y otros géneros: platería famosa, y bastante concurso de naciones extranjeras.»
(Descripción general de la Europa y particular de sus Estados y Cortes, etc.; tomo I, pág. 280.- Madrid, año 1791).
Parece ser por las informaciones adquiridas que el Ayuntamiento de Barcelona no se daba cuenta que frente a la ciudad condal se estaba estableciendo en silencio, pero muy rápido, otra ciudad viva pero sin identidad propia. Se habían creado leyes para resolver el problema, pero no llegaron muy lejos: En 1911, primera ley de casas baratas, tenía por finalidad expresa «proporcionar a las familias poco acomodadas, en el disfrute de sus domicilios, normalidad, higiene, seguridad, economía, hábitos de cultura y medios para llegar a tener casa propia». Sin embargo, durante los años de la dictadura de Primo de Rivera, se revisó la legislación existente sobre viviendas populares, para la cual se dictó el 10 de octubre de 1924 la segunda ley de casas baratas, que modificaba la primitiva de 12 de junio de 1911 sobre viviendas económicas amparadas por el Estado y restructurada posteriormente el 10 de diciembre de 1921.
Estas leyes trataron de fomentar la vivienda popular a través de una amplia política de colaboración por parte de los municipios, mediante la autorización a los mismos para la emisión en empréstitos con el aval del Estado, a fin de llevar a cabo tales construcciones, incluso en las poblaciones de menos de 30.000 habitantes.1 Pero parece ser que estas leyes quedaron en agua de borrajas hasta la ley de 1927 que afectaban al creado Patronato Municipal de la habitación.
En 1917 comenzaron las obras de urbanización de la montaña de Montjuïc. Las obras se retrasaron varios años, siendo finalizadas en 1923; sin embargo, la instauración ese mismo año de la dictadura de Primo de Rivera atrasó la inauguración de la Exposición que, finalmente se pudo realizar en 1929 y, además, coincidió con la Exposición Iberoamericana de Sevilla.
El esparcimiento y la industria empezó a desequilibrar la ciudad con lo que conllevó aún rápido proceso de inmigración que, hacía los cuatro puntos cardinales iba creciendo fomentando el chabolismo. Cualquier sitio era bueno para poder vivir, familias enteras llegaron ilusionadas con el fin de cambiar sus vidas. Pocos se escaparon del barraquismo, los más afortunados que consiguieron vivir en la ciudad fueron unas personas privilegiadas, aunque tampoco les resultó ser un camino de rosas. Peor lo tuvieron los que se alojaron en una barraca o chabola en la periferia de la ciudad, no solamente por la calidad de vida, sino también porque les originó una tremenda odisea al tener que desplazarse a los trabajos diarios en el centro de Barcelona, con muchas carencias en el transporte si tenemos en cuenta que la mayoría de los obreros vivían en zonas aisladas y marginales. Los primeros inmigrantes, la mayoría de ellos, se instalaron cerca de las canteras donde trabajaban, fomentando el chabolismo en la zona, pero a la vez, evitaban unos desplazamientos interminables.
La inmigración en la Marina de Port, y los alquileres de las chabolas.
Sin embargo, la inmigración y el barraquismo tuvieron mucho protagonismo en nuestras tierras de la Marina, ya desde 1870 existían datos que documentaban el flujo desmesurado de gentes que llegaban de Andalucía, Valencia, Murcia y Aragón y de otras provincias de España, formas de vida distintas que se abrazaban a una nueva cultura y de costumbres diferentes. La montaña de Montjuïc ya contaba en 1914 con más de 800 barracas, que aumentaron a 2.500 en 1922.2 A finales de los años 20, Barcelona ya contaba con 6000 barracas y un centenar de núcleos que se extendían por toda la ciudad condal, desde el litoral y la montaña de Montjuïc hasta los extremos del Ensanche, formándose nuevas barriadas, entre ellas fueron: Magòria, La Font de la Mamella, el Cavall de Bronce, La Torre Tosta, La Animeta, los Cuatro Caminos, la Colonia Agrícola, La Era, La Lengua de Serpiente, el Esparver (Gavilán), la Luna y Can Tunis (Casa Antúnez), donde sus moradores habían encontrado muchas de estas viviendas que eran objeto de fuerte especulación. El propietario arrendaba el terreno, y el arrendador construía las chabolas negociando y alquilándolas. Los alquileres eran altamente abusivos, ya que oscilaban entre 15 y 75 pesetas mensuales, mientras que el sueldo de un peón era aproximadamente de unas 130 a 150 pesetas mensuales. La superficie habitable comúnmente en estas barracas era de 25 metros cuadrados. Ello refleja la fuerte presión ejercida sobre estas familias de escasos recursos, y más aún si comparamos estas cifras con las disposiciones oficiales sobre viviendas económicas vigentes en aquellas fechas, las cuales establecían que el alquiler no debía exceder de 45 pesetas mensuales en una superficie de 60 o 70 metros cuadrados con un mínimo de equipamiento.
El barraquismo en Barcelona en 1922, ofrecía en el distrito VII (que comprendía; La Playa de la Farola, Oeste del Ensanche, antiguo municipio de Sants y la vertiente Norte y Noroeste de Montjuïc, hacía la plaza de España. También la zona periférica de Montjuïc: hacía la vertiente del mar), 2.076 chabolas, o sea un 53,79 por ciento del total de los diez distritos de la ciudad, que ofrecían una cantidad de 3.859 chabolas o barracas.3
Se llegaron a contabilizar 6.478 barracas antes de 1929, sobre todo en el sector de Magòria. Montjuïc se convirtió en una cuna y cementerio de chabolas.4
No solamente se construían barracas y chabolas allá donde se pudiera, sino que en la década de 1920 y 1930, se habían construido muchas más y «casetas» de verano rodeadas de huertos. Se trataba de menestrales, de Barcelona y los municipios de los alrededores que alquilaban una pieza de terreno y se hacían una casita y un huerto para pasar los fines de semana. No obstante, también hubieron familias que vivieron todo el año siendo su residencia habitual. Un ejemplo lo ofrecen mis bisabuelos maternos que llegaron de Murcia, arrendaron seguramente a un menestral el huerto bien irrigado por un ramal del «Canal de la Infanta» y la barraca donde vivieron, trabajaron, tuvieron una hija y murieron allí. Sin embargo, solicitaron una vivienda en el grupo Eduardo Aunós, aunque en realidad vivían en una barraca fuera de la primera línea de Montjuïc, muy cerca de la iglesia de Port, les otorgaba el derecho como barraquistas a poder presentar una solicitud de vivienda que disfrutó mi abuela en la calle 4 con la 18. Por otra banda, mis abuelos paternos llegaron en 1923 desde Teruel, y se instalaron en las barracas del Esparver (El Gavilán). conocidas como el plano del Gurugú debajo mismo del antiguo castillo de Port y encima de la vieja barriada del mismo nombre, desde donde se iniciaba un camino que a través de un puente atravesaba la línea del tren de la potasa. Mis abuelos fueron afectados directamente por las obras de la Exposición, por lo cual, como barraquistas, solicitaron una vivienda en el mismo grupo Eduardo Aunós que les fue concedida en el número 126 de la calle 18.
El llano de la Marina y el litoral.
Y es aquí donde empieza nuestra historia, la relación de dos fenómenos creados por el hombre que iban entrelazados de la mano y que buscaban la supervivencia en tierras extrañas; inmigrantes y barraquismo acogidos por unas tierras agrícolas que empezaban a desarrollarse en la industria y a ofrecer acontecimientos sobre su antigua historia y su propia autonomía emprendedora, siendo además, unas tierras consideradas marginales casi fuera de los límites de la ciudad con L’Hospitalet de Llobregat, y que no tardarían mucho tiempo en albergar un gran polígono de casas baratas, que serían construidas para tapar las vergüenzas de Barcelona. Unas tierras que allá por el siglo XI habían pertenecido al señorío del castillo de Port y a los condes de Barcelona, Ramón Berenguer I El Viejo y sus hijos gemelos Ramón Berenguer II Cabeza de Estopa y Berenguer Ramón II El Fratricida.
La Barcelona sorprendente, dinámica e industrial, pronto quiso exponer su potencial al resto del mundo. Obras y más obras, un crecimiento que había iniciado unas construcciones y reformas urbanísticas y efectuado unos cambios importantes para el desarrollo y movilidad de la ciudad. Sin embargo, hay que recordar y tener en cuenta, que en el llano de la Marina sobre todo en la parte más cercana al litoral, ya habían ocurrido hechos históricos y construido infraestructuras que marcaron la historia de nuestras tierras del señorío condal, y que aportarían un desarrollo muy avanzado para el expansionismo que la ciudad necesitaba para elaborar una transformación de presente y de futuro. El llano de la Marina y la falda de Montjuïc iban cambiando su paisaje, floreciendo una amalgama de empresas de indianas, textiles, metalúrgicas, mecánicas y de toda índole que, como brotes de maleza invasora, surgían aquí y allá apoderándose de la fértil tierra que en antaño había constituido la riqueza de la Marina. Los primeros inmigrantes de finales del siglo XIX y principios del XX, también fueron bienvenidos para trabajar, no solamente para la extracción de piedras en las canteras, sino también en infraestructuras importantes que serían beneficiosas para los barceloneses como el metro de Barcelona, que inauguró su primer tramo de 2.174 metros el 30 de diciembre de 1924 con cuatro estaciones: Lesseps, Diagonal, Aragón (la actual Paseo de Gracia) y Cataluña. El Canal de la Infanta Carlota de Borbón, ya estaba construido y prestando un gran servicio irrigando con sus aguas que cogía del margen izquierdo del río Llobregat, los campos de la Marina desde 1820. En 1883 se construyó el Cementerio de Montjuïc, también conocido como Sudoeste, que no dejó de crecer hasta mediados del siglo XX. Por otro lado, y en el mismo año, se construyó en las antiguas tierras ganadas al Estany de Port el Hipódromo de Casa Antúnez, que fue inaugurado el 25 de septiembre de 1883, con motivo de las fiestas de la Merced. Fue muy concurrido por las familias bien posicionadas. Se clausuró en 1934 y el puerto de Barcelona se quedó libre para apoderarse de los antiguos terrenos que en su día acogieron esta instalación de la que tanto había disfrutado Barcelona.
La carretera de can Tunis y el tranvía nº 48.
Sin embargo, por iniciativa de la Compañía Agrícola Catalana que había sido la impulsora de urbanizar la barriada de can Tunis, es la emprendedora de realizar la construcción de una carretera llamada can Tunis en 1852, a través del Morrot (litoral de Montjuïc), que llegaría a comunicar el delta del Llobregat desde las tierras de la Marina hasta llegar a la ciudad portuaria. Un avance histórico para el desarrollo de la industria, porque fue el detonante para que se construyera un tranvía cuya fuerza motriz la realizaban el tiro de los caballos, habiendo nacido para el transporte de los arenales de las playas de can Tunis, y las piedras de las canteras de la Pedrera del Morrot, Esperó del industrial Valentí Esperó, y la de Antúnez (Riviere). No pasaron muchos años cuando la línea del tranvía se electrificó y se utilizó como transporte público de pasajeros debido a la influencia que ejercían en can Tunis las playas y los baños de Zoroya en 1905, el Hipódromo y el cementerio de Montjuïc, ofreciendo un servicio esencial para uso y disfrute de los ciudadanos que se desplazaban a la ciudad y a los que, desde la ciudad, visitaban el litoral. La línea del tranvía terminó siendo la núm. 48, que en un principio ofreció el servicio desde la Plaza del Teatro a la playa de Casa Antúnez, siendo el 19 de mayo de 1905, la inauguración del recorrido Ramblas-Casa Antúnez.5
Las líneas ferroviarias.
El litoral de can Tunis, no tardó mucho tiempo en convertirse en un referente para las líneas ferroviarias, donde en el paso a nivel ubicado a pie mismo de la montaña, lo hacía estratégicamente un lugar de comunicaciones para el paso de la carretera de can Tunis y la entrada en tren al puerto de Barcelona.6 El tren hacía acto de presencia en nuestras tierras, cortando de una tajada la unidad existente de los campos de cultivo, que desde el río Llobregat hasta can Tunis quedaron separados, el litoral, de los terrenos del interior. La línea de Valls a Barcelona que, indudablemente, por su antigüedad, fue la primera en expandir sus raíles por el delta del Llobregat oriental, desde Vilanova i la Geltrú hasta la estación de San Beltrán, bordeando a pie mismo de la montaña de Montjuïc, en su lado de medio día junto a la orilla del mar. Fue inaugurado el primer tramo de la línea Madrid-Zaragoza-Alicante (MZA), Barcelona-Vilanova i la Geltrú el 29 de diciembre de 1881. Por otro lado, también se construyó la estación de distribución de mercaderías de Casa Antúnez. En 1917 entró en servicio la nueva estación portuaria del Morrot y la estación de San Beltrán fue desmantelada.7
El tren de la potasa, también conocido como el tren de vía estrecha de las minas de Cardona, o el «carrilet de la potasa», se enfilaba a través de una larga trinchera creada al pie mismo de la montaña de Montjuïc cruzando las diversas barriadas que formaban las tierras de la Marina; la recién creada Plus-Ultra-, la vieja barriada de Port, Nuevo Port, conocido como barrio de Santiveri y can Tunis, donde se extendían sus raíles a lo largo del paseo del mismo nombre, para entrar en el muelle del Contradique del puerto de Barcelona, convirtiéndose en el último eslabón para descargar y distribuir el valioso mineral. Una vez entrelazadas las diversas poblaciones quedaron comunicadas Igualada, Martorell y Barcelona, había continuidad al finalizar 1912. Manresa, Súria y Guardiola quedaban unidas a Barcelona en 1924, y el ramal desde La Bordeta al puerto de Barcelona en 1926.8
Desarrollo de la industria y proyectos futuros de la Marina antes de 1929.
Para terminar esta exposición de algunas de las infraestructuras más relevantes de la Marina, tengo que recordar que, en 1927 se instalaría en aquellos terrenos del litoral junto a can Tunis, la Compañía Arrendataria del Monopolio del Petróleo (CAMPSA). Además, El Arsenal Civil de Alexandre Wohlgemuth, gran industria y astillero construido en 1886. Por otro lado, después de diversas tentativas y fracasos, una R.O. de 7 de diciembre, concede finalmente un Depósito Franco a Barcelona como el creado en Cádiz, y el 4 de noviembre del año siguiente fue aprobado el Puerto Franco en terrenos del delta oriental del Llobregat y en una extensión de 1.100 hectáreas. En realidad, el emplazamiento había estado ya señalizado anteriormente por una comisión especial encargada por R.O. del 2 de diciembre de 1900, de fijar los límites de la futura Zona neutral de Barcelona. Esta por lo tanto fue segregada de los términos municipales de L’Hospitalet y El Prat de Llobregat a desagrado de la oposición que pretendía llevársela al otro lado del costado de la ciudad, en los arenales del Besós, salvando así la inmensa riqueza agrícola que para la capital significaba aquel territorio.9 Sin embargo, este proyecto de momento, quedó en agua de borrajas, pero resurgió años después con la idea de realizar un Polígono Industrial de la Zona Franca que acogería en un futuro el desarrollo industrial y portuario de la ciudad.
Se construyó una enorme cloaca que nacía en la Plaza Cerdá donde recogía las aguas fluviales y residuales de la cloaca de la Gran Vía de la zona del Ensanche y Sants, para desembocar en el mar. Se formó un gran paseo que cubría la cloaca con frondosos árboles a ambos lados del paseo central, conocido como la «Cloaca o las Acacias». Se extendía a lo largo de las tierras de la Marina en busca del mar donde desaguaba. Los antiguos de la época comentaban que el paseo se construyó para que el rey Alfonso XIII tuviera mejor acceso a las instalaciones del Hipódromo de Casa Antúnez cuando venía de visita a Barcelona. Actualmente se conoce como Paseo de la Zona Franca.
Mientras tanto, las canteras iban surtiendo de piedra a las nuevas construcciones de la ciudad, y las minas de la tierra escudella -arena refinada- se extendían por toda la falda de poniente de Montjuïc, llegándose a llamar «las minas de la Amistad», siendo una de sus principales marcas, «Arena Iman», distribuidas ambas por los carreteros que iban y venían, para transportar el cargamento a sus destinos.
En 1923 las obras de urbanismo de la ciudad y el complejo de las construcciones de la Exposición estaban preparadas, se abría un nuevo espacio para el ocio, el entretenimiento y el deporte, pero a la vez se levantó un muro que dividía la zona de la Exposición, jardines y palacios de los barrios de barracas, había que tapar o disimilar las vergüenzas.10 Solamente era cuestión de tiempo para que se inaugurase el gran evento, mientras tanto, pese a los discursos oficiales de la década de la autarquía contraría a la llegada de inmigrantes y la construcción de las barracas, el barraquismo surgió con la connivencia de las autoridades, que tenían un doble discurso.11 Se había planteado pues, desde el inicio de la inmigración, un problema muy grave y que ya requería de una solución urgente y contundente para cambiar la imagen de cara al exterior que representaban las barracas de la primera línea de Montjuïc, que la Comisión, había catalogado como «visión repugnante de miseria y suciedad», para asegurar el buen prestigio que se le había dado a la Exposición Internacional de Barcelona, donde los inmigrantes con su esfuerzo se habían ganado el respeto, construyendo con sus trabajos una ciudad Monumental.12
Solo faltaba esperar una solución del nuevo gobierno instaurado de la Dictadura de Primo de Rivera para ejecutar la revisión de la legislación vigente existente sobre viviendas populares, que se dictó el 10 de octubre de 1924 sobre viviendas amparadas por el Estado, que nunca llegaron a construirse, incumpliendo en su totalidad con los requisitos establecidos.
No obstante, esto y más lo veremos en el siguiente capítulo…..
Notas:
Foto portada: Esta es una de las calles del barrio de barracas de can Tunis en el año 1970. Las barracas estaban construidas al lado del muro del cementerio y encima de la acequia del Canal de la Infanta. Conocido como el barrio de Jesús y María.
1.- Barrios barceloneses de la dictadura de Primo de Rivera, (Teresa Castro de la Peña) pgs. 83 y 84.
2.- Web: Wikipedia la enciclopedia libre: Barraquismo en Montjuïc.
3.- Barrios barceloneses de la dictadura de Primo de Rivera, (Teresa García Castro de la Peña) pgs. 83 y 84.
4.- Web: Barracas de Montjuïc, el palacio de las Misiones y la emigración.
5.- Web: lacruelguerra.com : Bombardeo de 6 de noviembre de 1938: La línea del tren de la M.Z.A. – Recuerdos de antaño.
6.- Web: lacruelguerra.com : Bombardeo de 6 de noviembre de 1938: El paso a nivel de Casa Antúnez.
7.- Web: lacruelguerra.com : Bombardeo de 6 de noviembre de 1938: La línea del tren de la M.Z.A. – Recuerdos de antaño.
8.- Web: lacruelguerra.com : Bombardeo de 6 de noviembre de 1938: El tren de la Potasa – Un viaje por el pasado.
9.- Jaume Codina. El Delta del Llobregat y Barcelona. Ediciones Ariel-Esplugas de Llobregat (Barcelona 1971), página 346.
10.- Web: Wikipedia la enciclopedia libre: Barraquismo en Barcelona.
11.- Web: Wikipedia la enciclopedia libre: Barraquismo en Montjuïc.
12.- Web: De la ciudad de las barracas a la Barcelona guapa y olímpica-Cataluña plural. cap.
Gracias por otra lección magistral.