Montjuïc «1», el secreto mejor guardado (II Parte)
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ANÁLISIS Y RAZONAMIENTO DEL BÚNKER INVISIBLE DE MONTJUÏC
TEXTO: ANTONIO SANTAFÉ
Es evidente y normal que vayan floreciendo nuevas noticias y comentarios desde la esfera de aquellos que ofrecen aportaciones sobre el «búnker invisible o fantasma de Montjuïc», no aportando en la actualidad una línea a seguir con pies y cabeza, desconociendo el verdadero origen del descubrimiento. El lugar lo requiere y no nos dejan de asombrar los hallazgos encontrados en la montaña de las civilizaciones pasadas. Sin embargo, los datos de información que aportan algunos de ellos en su argumentación, como fechas de construcción y objetivos militares, no ofrecen la confianza y la veracidad de lo expuesto, ya que parecen noticias y comentarios realizados a palo de ciego, esto produce una sensación irreal motivada por la falta de una documentación oficial que ejerza de realismo. La cuestión en sí, no es ofrecer una noticia que enturbie la transparencia de la información, sino realizarla con coherencia y solvencia. Lo malo de estas noticias sin un argumento contrastado, es que desarbolan la buena labor que realizan las personas que sin interés alguno y poniendo medios propios, pasan horas, días y meses investigando sobre el terreno o en una sala de cualquier archivo para transmitir una noticia con un buen fundamento, cosas que ocurren muy a menudo y, las cuales, dañan a la sensibilidad de las personas entusiastas e ilusionadas por aportar la recuperación de hechos sucedidos en épocas pasadas.
Acabamos la primera parte de este artículo con la buena impresión de que el grupo de Eliseo López sería capaz de intervenir y descubrir la veracidad de que las cañoneras existían para demostrar que la construcción de la batería de costa en su conjunto, fue totalmente construida. Sin embargo, con el paso de los meses, todo se fue al traste, en ningún momento dieron señales de vida e incluso cuando pudimos contactar con ellos telefónicamente se expresaron de forma desinteresada y sin respuesta alguna, en fin, desconocemos el motivo de su comportamiento pero respetamos su decisión, aunque también hacemos hincapié al desengaño sufrido. Ya no podíamos esperar más, y decidimos seguir investigando sobre el terreno, mientras tanto decidí analizar el vídeo que Eliseo López había publicado y que tanta controversia había ofrecido, con el fin de encontrar una explicación razonable que, incluso, podría aportarme detalles generados sobre la investigación visual.
El descubrimiento sucedió tras una intensa tormenta de lluvia y viento sobre la ciudad, derribando uno de los pinos que estaban próximos al acantilado. El hallazgo fue fortuito ya que un jardinero de Parcs i Jardins de Barcelona, estaba manipulando el árbol caído cuando el suelo cedió y éste cayó al vacío sin sufrir lesiones de consideración quedando todo en un susto tremendo. Habiéndose enterado el grupo de Eliseo López por el propio jardinero de los hechos ocurridos, y antes de que el Ayuntamiento de Barcelona sellara el lugar, tuvieron el valor y la fuerza suficiente para bajar y realizar un vídeo con el riesgo que la aventura conllevaba. La filmación en sí, no tiene desperdicio y ofrece detalles importantes de las galerías y construcciones subterráneas así como los materiales empleados. Pocos días después, el Ayuntamiento de Barcelona selló el acceso por razones de seguridad, quedando a la espera de investigar lo que posiblemente, según los expertos consultados, podría ser una batería construida en 1938 durante la Guerra Civil.
No hay que fijarse demasiado para darse cuenta de que el vídeo estaba realizado en dos lugares distintos que estaban construidos, según mis conocimientos, una década de diferencia el uno del otro. Largos pasillos donde en ambos lados se iban intercalando compartimentos y espacios donde sus entradas y salidas estaban tapiadas con piedras y rocas que habían sido utilizadas con el fin de cortar las comunicaciones a otras galerías, puesto de mando, carretera subterránea y por supuesto a los túneles que llevaban a las casamatas donde posiblemente se alojaron las piezas de artillería.
Como hemos indicado en el primer capítulo, el Ejército tras abandonar las instalaciones y ceder el terreno al Ayuntamiento de Barcelona, no solamente cerró todas las comunicaciones interiores, sino que también transformó el lugar exterior haciendo desaparecer todo lo que pudiera demostrar que aquellos terrenos donados pero no «vendidos» al Ayuntamiento como las baterías de costa Álvarez de Castro y Buenavista, pasaran totalmente desapercibidos, excepto algún que otro detalle que ya hemos referido anteriormente.
No obstante, la instalación en su conjunto, exterior e interior quedó desmantelada y camuflada, de ahí la ignorancia del Ayuntamiento de Barcelona ya que al no estar «catalogada», no tuvo conocimiento alguno de lo que había adquirido de una instalación «secreta» que, en la actualidad, investiga a «palo de ciego» lo que podría ser una antigua batería construida durante la Guerra Civil. Sin embargo, vista la última noticia1 el desarrollo de la investigación recae sobre el Instituto de Cultura de Barcelona, «y éste explica que se pudo confirmar con posterioridad tras una inspección que correspondería a una batería durante el conflicto bélico. «Se empezó a construir a inicios de 1938, pero nunca entró en funcionamiento», añaden. Lo cierto de todo esto es que el Ejército en su abandono de la base, disfrazó con toda intención los lugares exteriores más visibles y comprometidos, quedando un paisaje totalmente montañoso y repleto de arboledas y vegetación tapando a la vez todas las conexiones de las instalaciones exteriores hacía las construcciones subterráneas del puesto de mando, túneles hacía las casamatas y las cañoneras. Posteriormente, se realizarían las obras de acondicionamiento por parte del Ayuntamiento de Barcelona para convertirlo en un espacio abierto para el disfrute de los ciudadanos con unas vistas admirables sobre el Puerto y el Delta del Llobregat.
Es cierto y así lo hemos documentado en la primera parte de este artículo, que el búnker militar fue un proyecto del Ejército de 1946, y que llevaba como objetivo la defensa de la costa barcelonesa temiendo una invasión de las naciones aliadas en la Segunda Guerra Mundial, como represalia debido a la colaboración que la España franquista había recibido del EJE fascista durante la Guerra Civil. Sin embargo, cuando Jaume Susany analizó el vídeo planteó la duda de los materiales empleados, no cuadrándole las imágenes emitidas al principio y final con las del propio búnker, con la idea de enmascarar la ubicación del descubrimiento, tratándose entonces de dos emplazamientos diferentes. No obstante, comparó y analizó los materiales empleados en la construcción global, comparándoles con los utilizados en la batería de costa Álvarez de Castro construida a finales del siglo XIX y principios del XX, observando que la mayoría de sus instalaciones como; muros, túneles, bóvedas, compartimentos de municiones, dependencias y estructuras en general, estaban construidas a base de piedras de la misma montaña y mampostería de ladrillos, siendo muchos de ellos enlucidos con mortero y, donde aparece el cemento armado (hormigón). Por lo cual, dichos materiales ofrecían la posibilidad de pensar que se aprovechó alguna pequeña obra de defensa antiaérea durante la Guerra Civil al Sur de la montaña y encima mismo de la cantera de la Riviere, generando la duda de que dicha construcción se iniciara incluso antes de la contienda.
Proseguimos realizando el trabajo de campo que cada vez se hacía más interesante y donde en cada paso que dábamos íbamos encaminados a resolver uno de los elementos más importantes de la batería, o sea, la ubicación exacta en toda su superficie, la cual nos daría la razón sobre la hipótesis que, durante años llevábamos confirmando y que nos ofrecería la posición exacta de las cuatro cañonera subterráneas.
Por suerte, como en toda la investigación sobre el terreno, llegó nuestra oportunidad de seguir el rastro que habíamos trazado en la fotografía aérea del lugar de 1965 del Instituto Cartográfico de Cataluña, buscando el camino que había abierto el Ejército para realizar la obra del túnel y la carretera subterránea. Entre pinedas y vegetación andaba la cuestión, no habíamos descubierto gran cosa, pero si un gran desnivel muy pronunciado que podría ofrecernos un punto de partida hacía la búsqueda de una línea recta imaginaria que nos llevara al exterior del «puesto de mando» y al punto más elevado del acantilado. Estábamos más preocupados y encabezonados por la idea de localizar las casamatas enterradas y las cañoneras en el punto más elevado de la montaña, que la investigación sobre la carretera subterránea, había quedado en segundo plano. Sólo se trataba de demostrar que el desnivel encontrado era el indicado para construir la carretera que debía emplearse para el traslado de las piezas de artillería y para ejecutar los túneles intermedios que llevarían a cada una de las casamatas y las cañoneras hacía el acantilado.
Las imágenes del vídeo, constatan la presencia de una infraestructura en forma de anillos circulares de hormigón donde se alojaría la pieza de artillería, posicionada en la parte izquierda de la construcción hacía el Delta, ofreciéndonos la oportunidad de apreciar según mis datos, la posición de la primera batería y, por consiguiente, la carretera subterránea quedaría muy cerca transitando de Sur a Norte de la montaña en dirección al castillo. Se trataba pues, de una casamata enterrada, donde desde la parte subterránea se dirigía la dirección de tiro el abastecimiento y carga de la pieza de artillería y, en el exterior, saldría el cañón.
Este razonamiento sobre la casamata enterrada sería distinto siempre y cuando se encontrara dentro de la casamata una cañonera en el exterior del acantilado de la montaña, lo cual cambiaría la teoría de ser una casamata enterrada a una casamata en caverna.
Como podemos apreciar en el croquis adjunto, para realizar la carretera subterránea se descendió desde el punto «geodésico» más alto de la montaña de la ladera Sur, para buscar el desnivel adecuado y necesario para ganar la profundidad desde donde se construiría la entrada del túnel de la carretera principal subterránea para acometer desde ésta la boquilla, el túnel y el túnel para alojar la pieza de artillería hasta la casamata y la cañonera para desembocar en la zona más vertical del acantilado. El croquis es una buena fuente de información ya que determina la forma y el procedimiento a seguir para realizar la ubicación de las casamatas y, en sí, la veracidad de su construcción.
El detalle del acantilado me hizo recordar que había fotografiado en 2008 la parte alta de la cantera de la Riviere donde había explotado una bomba el 6 de noviembre de 1938, lanzada por un bombardero italiano durante la contienda que, supuestamente, había creído que llevaba como objetivo alcanzar la Trefilería Riviere que estaba catalogada como Industria de Guerra. El estudio de la parte Sur de la montaña de Montjuïc, me condujo a descubrir que aquella bomba no iba destinada a la fábrica sino a una posible batería antiaérea situada estratégicamente en el punto más alto de la cantera desde donde se divisaba el Puerto y el Delta del Llobregat. Un dato importante para llegar a esta conclusión fue la información recogida en un documento del 11 de junio de 1938 del Estado Mayor de la Jefatura del Aire 2ª Sección Información, el cual ofrece la lista de los puntos de la ciudad donde se instalaron cañones antiaéreos, destacando los ubicados en el Castillo de Montjuïc y cuatro cañones repartidos por la montaña.2
En la parte superior izquierda la flecha negra indica el lugar donde posiblemente se instaló el cañón antiaéreo durante la Guerra Civil.
En la parte superior derecha la flecha negra con un punto rojo indica la localización visualizada sobre el punto geodésico del acantilado, unas ventanas en la roca que posiblemente fueran las cañoneras.
Después de cierto tiempo mirando y ampliando la fotografía de la bomba que explotó en la cantera, pude darme cuenta que en la parte superior existían unas ventanas en la roca del acantilado que podían ser las cañoneras que estábamos buscando. Durante más de trece años, tuve delante de mis ojos lo que podía ser la ubicación exacta de la batería, todo coincidía al detalle y sólo era cuestión de analizar la situación para realizar una incursión exterior sobre el acantilado y esto llevaba consigo un peligro demasiado arriesgado e imprudente.
Recientemente, junto a Darwin Pino, hicimos varias fotografías con su telescopio desde el mismo lugar de la que yo hice en 2008, el resultado fue negativo ya que no pudimos ver la misma imagen debido principalmente al crecimiento desmesurado de la vegetación y la pineda.
Punto verde, una inscripción pintada sobre la parte plana de la roca. Su identificación ofrece la situación cercana de las cañoneras.
Puntos rojos, acantilado de la zona de las cañoneras.
Sin embargo, quedaba un elemento importante que ver en el video de Eliseo López, que coincidiría según la investigación posteriormente realizada con la situación de las ventanas en el acantilado. Se trataba por lo tanto, del pozo con escaleras de gato, construido y situado en el punto «geodésico» de la montaña, siendo el punto estratégico de todas las comunicaciones de entrada y salida del personal militar desde el exterior al interior y viceversa, ya que su situación encajaría justo en el centro del perímetro que ocupaban las cuatro casamatas. A la vez servía como pozo de ventilación de las construcciones subterráneas y eliminaba la utilización de los montacargas, como sucedió con los locales de repuestos de piezas, situándolos al mismo nivel que la pieza para reducir el mínimo la excavación3, lo cual ahorraba un gasto añadido al presupuesto y de esa forma se realizaba el municionamiento por medio de vagonetas.
Todavía quedaban muchos flecos por resolver, en el interior del búnker, todo o casi todo era una incógnita que el subsuelo guardaba y protegía manteniéndose tal y como quedo tras el abandono del Ejército y que había que explorar. En su exterior, había que encontrar la entrada del túnel y llegar al acantilado donde se alojaban las cañoneras. Quedaron rastros que poco a poco fueron parcialmente descubiertos. Teníamos bastante claro el dibujo de la batería sobre el terreno, pero había que andar sigilosamente y con pies de plomo para darlo a conocer con la máxima seguridad y, con ello, no caer en situaciones erróneas y análogas que manifestaran una mala interpretación e información del gran hallazgo que significaría la batería de costa Montjuïc «1». No obstante, seguimos trabajando sobre el terreno con la esperanza de que en el próximo artículo podamos ofrecer toda la información encontrada para desvelar el «secreto mejor guardado».
FOTOGRAFÍA DE PORTADA: Fotografía extraída del vídeo de Eliseo López Benito.
NOTAS:
1.- La Vanguardia, lunes 24 de octubre de 2022. VIVIR, pág., 4.
2.- Juan Villarroya i Font. Los bombardeos de Barcelona durante la guerra civil (1936-1939). Publicaciones de la Abadía de Montserrat año 1999, páginas 157,158 y 159. Segunda Edición ISBN: 84-8415-097-6).
3.- Memoria Descriptiva.
Exactamente así eran los pozos (mas de uno ) que recuerdo, y expuse en mi comentario anterior, por los que de niños bajábamos (y subíamos) hasta las vagonetas.